La literatura es un arte. Eso es algo que nadie va a discutir. Los libros nos transportan a mundos desconocidos, a otras épocas, a vidas apasionantes. Nos llenan de emociones, lo mismo que un cuadro que nos apasiona o nuestra canción favorita.
¿Te planteas tocar un instrumento musical sin aprender antes? A nadie se le ocurriría pedir a alguien que toque al piano la nocturna de Chopin, así sin más. Aprender a tocar lleva su tiempo, conocimiento musical y muchas horas de prácticas.
Si escribir es un arte, ¿por qué mucha gente se cuestiona la necesidad de aprenderlo? He oído frases como “que no te engañen, no se puede aprender a ser escritor. Se nace y punto”. Creo que se confunde habilidad arte y oficio. Hay una parte innata en las personas, que harán que escriban de manera más inspirada. Podemos llamarla musa. Pero hay otra que es aprendida, técnicas, que harán posible que ese mundo que anda volando con las musas aterrice en un buen relato o libro. Aunque de ese tema podemos hablar mucho tiempo y merece varios artículos.
Hay algo engañoso con la escritura literaria: todos sabemos hacer frases, pensar y por lo tanto escribir. Habrá personas que dirán que solo necesitan una buena idea para ser un escritor y vender mucho. Pero esa escritura no tiene técnica ni intención y es muy probable que no refleje realmente lo que el autor tiene en mente, porque para eso hay herramientas, es decir, las técnicas literarias.
La literatura es algo más complejo que sí se aprende. Sobre los conocimientos de miles de escritores a lo largo de los años, podemos educarnos para poder crear una atmósfera, saber crear personajes o diálogos, estructurar una historia y otras muchas cosas que pueden ayudarte a escribir ese libro que hay en ti.