Mrs. Smile a veces descansa en un sofá color peonia que tiene cerca de la ventana. Cuando lo que ve o siente le incomoda, suele ir a viajar. Construye un mar en su mente y sale a pasear. Recopila antiguas travesías, ciudades descubiertas y a menudo solo un instante, un paisaje o una sensación.
La realidad se le hace una bola en la boca del estómago y aunque camina y hace lo de cada día, la nota que da vueltas. No puede obviarla. La angustia de la realidad va golpeando suave, como un fantasma discreto, pero pesado.
Cierra los ojos y si se esfuerza un poco, ya no oye el ruido del tráfico, de aquellas ambulancias que suenan a lo lejos, recordándole los días de confinamiento. Ahora siente frío, un aire sutil y mordiente de su viaje a Escocia.
Camino de Neist Point el tiempo se ha parado. El aire brilla con una luz apagada y tenue, risueña en su tono desvaído.
Todo tiene un aspecto atemporal, como de sueño y cuento sin año. Los animales son los únicos que disfrutan apacibles sin verse turbados por la belleza fría del faro de Neist Point.
Los cachalotes varan, cerca de la costa, buscando gaviotas que buscan peces. Y un millón de ovejas discretas se camuflan en el verde tranquilo de los valles que caen hasta las rocas negras y la hierba que llega a lamer las minúsculas playas de piedras oscuras.
Es el único lugar tan repleto de nada que brota entre los sentidos. Su silencio y su aire transparente le dan una presencia sobrenatural, la belleza de las cosas sencillas que dejan sin aliento.
El aire es frío, parece traer un recuerdo vago del mar y le acaricia la cara.
Subida a lo alto de la colina, sus pies notan la hierba mullida, casi compacta que le sostienen milagrosamente, como a las ovejas malabaristas de patas y morro negro. Delante tiene el mar frío, gris, espléndido y a la derecha, un faro saluda a otras islas vecinas. Un camino serpenteante llega hasta su puerta, donde han colgado un cartel de Bed & Breakfast.
Sin embargo, hay algo en el ambiente que hace que se olvide de esos detalles mundanos; puede ser la luz mágica que se ha abierto después de unas nubes de tormenta. Respira un poco de luz, esa luz tibia que vence a las nubes y da una brillante claridad, como reveladora de misterios antiquísimos. Más aquí, tan al norte del norte, más allá de la historia o las leyendas celtas. Aquí todo permanece igual. Adora esa luz extraña y reveladora. Y el agua que está en el mar y en el cielo, en su paraguas y en su recuerdo.
Entonces, las dos se dan la mano, luz y agua y cuando Mrs. Smile se distraía buscando a un tiburón en la costa, le regalan un espectáculo único y maravilloso: un arco iris de sonrisa inversa le señala el final del mar y matiza el resto de colores.
Las gaviotas del fondo, posadas sobre un banco de peces, parecen más blancas, el enorme pez desconocido, de aleta dorsal, parece más oscuro y ella parece diluirse en la luz del faro de Neist Point.